sábado, 24 de noviembre de 2018

1984. Cuando la ficción le coquetea a la realidad (8.5)

«En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».

Iniciamos con una de las frases que abarcan en gran medida los ideales del escritor George Orwell (1905-1950), autor de obras universales y perennes en su crítica como Rebelión en la granja y, la que ahora vamos a comentar, 1984.  

En la novela se notan claramente la influencias que tuvieron La Gran Guerra, el periodo entre guerras, así como el destino incierto de la mayoría de las sociedades mundiales. No olvidemos que eran las décadas de los regímenes totalitarios y muchos de ellos parecían no tener fin. En todo ese panorama nació en la mente del escritor inglés lo que para mí es, la madre de los futuros distópicos en la literatura. Así es, lo que hoy vemos reflejado en publicaciones con muchos filtros como Los Juegos del Hambre, Divergente y otros, primero tuvo a un rico referente en las letras de Orwell. 

La premisa parecerá sencilla, con pocos personajes y términos rápidos de aprender, pero no juego al decir que la historia tiene muchas caras. 

Se nos cuenta la historia de Winston Smith, un trabajador del gobierno que vive en una sociedad controlada por un poder totalitario y que controla cada uno de los 
ámbitos de la sociedad al punto de contar con una Policía del Pensamiento, la cual mantiene a raya cualquier intento de idea de rebelión. A través de un diario donde el protagonista se desahoga de todo lo que le pasa en el día a día, nos vamos enterando de como da con La Hermandad, un grupo dispuesto a iniciar un levantamiento para ponerle fin a todo ese sistema, incluyendo aquel personaje tan enigmático, "el Gran Hermano" (tal vez les suena familiar si han visto o leído la maravillosa historia de El Gran Gatsby), pero con el pasar del tiempo Winston se dará cuenta que incluso los personajes libertadores pueden ser simples sombras de la naturaleza humana. Aquí tenemos una obra que es exageradamente ridícula en su idea de una dictadura perfecta, pero no hay nada más triste que cuando notamos que, si bien no hemos llegado a ese punto, muchos gobiernos en el mundo han coqueteado a la orilla del abismo con ese futuro controlado por uno sólo. 

Ahora con ustedes, mi reflexión de la lectura. 
¿A qué me refiero con esos ejemplos de coqueteo? En nuestro propio país tenemos el mayor ejemplo: PRI, pero no se queda sólo ahí, hay muestras en todo Latinoamérica, así como de la Hermandad, con el populismo o la izquierda idiota que llega como la gran esperanza en muchas partes, pero al final no puede con el delirio que provoca el poder. Si bien yo siento que vivimos más en una sociedad como la retratada por Huxley en Un Mundo Feliz, sí considero que tenemos las características de la literatura Orwelliana. La ciencia ficción siempre ha servido como un espejo de crítica a la sociedad. Recomiendo completamente este libro, así como todo lo escrito por el autor, por eso dejo un link de una película animada que hicieron a otra de sus grandes obras. 

Espero sea igual de su agrado, pero sobre todo, que marque en el lector aquellas acciones en las que nunca se debe caer como sociedad.



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